Tendría unos catorce años cuando descubrí cuentos de Ignacio Aldecoa. Me encantó.
Bastantes años después me encontré con una escritora , de la que no había oído hablar,
que llevaba su mismo apellido y que resultó ser su esposa que había tomado su apellido
después de quedar viuda en 1969. ¿ Por qué se puso ese apellido? Hoy se ha muerto
Josefina y ya no me podrá resolver esa duda tan trascendental , me hubiese gustado sa-
berlo. Por aquel entonces decidí leer uno de sus libros Porque éramos jóvenes. Me resultó
entretenido, a mí me entretiene casi todo y casi nada, depende lo despistada que tenga la
mente en cada momento, lo que no logro recordar es como la tenía cuando gastaba mi
tiempo en esas lecturas.
Un matrimonio en una sociedad como la vuestra es para siempre. Tiene que ser así, queréis
que sea así, necesitáis que sea así... Cada vez veo más claro que todos nos movemos por el
deseo de estima. Queremos desesperadamente que nos quieran. Incluso la libido y el ansia
de poderse derivan del deseo de estima. Y me asombra lo bajo que podemos colocar la propia
estima.
Te casas con Genoveva porque tienes miedo a afrontar a una persona que te está exigiendo
esfuerzos y superaciones constantes para conceder su estima. Te casas por miedo a una mujer
distinta, igual o superior a ti. También porque la estima que tú buscas es la que pueden dar a
tu inteligencia y a tu valía profesional gentes que la han comprado con su dinero. ¿No te das
cuenta que los ricos no tienen vidas ricas? ¿No te avergüezas de la derrota que has sufrido
frente a ti mismo?
Porque éramos Jóvenes- Josefina Aldecoa
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