lunes, 23 de mayo de 2011

Cuba y sus autos

 

El primer coche en el que mi trasero se aposentó en mi estancia en la Habana fue un "taxi" que contraté a través de una intermediaria, la dueña de la casa donde me alojaba, quien se  ofreció amablemente  a llamarlo. Era mi primer día en Cuba y poco sabía sobre los "supervivientes" que por sustanciosas comisiones,  amablemente, te proporcionaban todo aquello que pudieses necesitar. Desde un alojamiento, un  taxi,  un guía, un billete de autobús revendido seis veces, algo de sexo, un poco de ron o café (la comisión no la cobran directamente al cliente sino al que proporciona el servicio). Después de que la amable señora contactase con la taxista  bajé a la calle esperando encontrarme un más o menos clásico taxi, cuando, con lo que se  tropezaron  mis ojos  fue con el coche más destarlado que había visto en mi vida. Lo conducía una amable mujer. Era bióloga, trabajaba en la tv cubana y ganaba un sobresueldo llevando pasajeros con su coche. Fui incapaz de hacerle una foto a aquel objeto moribundo, seguro que ya habrá pasado a mejor vida. Luego vinieron otos taxis, otros taxistas y otras historias incluída alguna  que otra avería. Hasta hace poco los cubanos no podían comprar piezas de recambio al exterior  y tenían que apañárselas con lo que tenían a mano para reparar sus coches ( todos unos clásicos de los años cuarenta y cincuenta).

La Habana
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La Habana
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Trinidad
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