miércoles, 26 de octubre de 2011

Romanos y germanos 2500 años después

El príncipe Constantino, embajador de Bizancio en el Caribe, le escribe a la princesa Eudocia, su hermana menor, quien reside en la capital bizantina.

Querida Eudocia: 

Nuestro Augusto Soberano acaba de notificarme que a partir de hoy representaré a Bizancio en todo el Caribe. Aunque tendré mucho más trabajo, este reconocimiento es un estímulo para seguir conociendo a estos países tan diferentes al nuestro. Pronto iré a Constantinopla para mi ceremonia de ascenso, así que tendré el placer de abrazarte a ti y a nuestro padre. ¡Estoy muy feliz!

Acá en América he comprendido que gran parte de sus discordias actuales comenzaron en el año 753 antes de Cristo, cuando se fundó Roma. Los orígenes de esta ciudad fueron modestos, pero poco a poco empezó a conquistar las tierras que tenía cerca... y luego capturó territorios y reinos más lejanos.

En el siglo primero después de Cristo, ya Roma era dueña de todos los países con playas en el Mar Mediterráneo. Es decir, dominaba el norte de África, Medio Oriente, Asia Menor y todos los países del sur de Europa, como Grecia, España, Italia, Portugal y Francia. También poseía Inglaterra, partes de Alemania y mucho más. La cultura romana se convirtió en la más potente del mundo occidental; su idioma, el latín, era la lengua universal.

Pero Roma empezó a debilitarse poco a poco debido, entre otras razones, a las invasiones de las tribus bárbaras del norte. Estas tribus tenían nombres diferentes como visigodos, lombardos, ostrogodos, vándalos, etcétera, pero el nombre general era “germanos”, hoy conocidos mayormente como “alemanes”.

Los germanos conquistaron partes del Imperio Romano, pero ocurrió un fenómeno que pocas veces ha sucedido en la historia: no pudieron asimilar y dominar a los pueblos conquistados. La cultura romana era tan fuerte que ocurrió lo contrario: las tribus conquistadoras adoptaron la cultura y la lengua de los conquistados. Es decir: se “romanizaron”.

Y fue así que la cultura latina continuó dominando todos los aspectos de la civilización europea y el latín siguió siendo la lengua universal, utilizada durante la Edad Media en las universidades, las ciencias, las artes, la política y la Iglesia. La visión latina del mundo era la dominante.

Las potencias europeas fueron latinas: Francia durante la Edad Media, Italia durante el Renacimiento, España en los siglos XVI y XVII. Y Francia, nuevamente, a partir de la segunda mitad del siglo XVII.

Pero el emperador francés, Napoleón Bonaparte, fue derrotado en un pueblito belga llamado Waterloo en el 1815. Ese día terminó el predominio de la cultura latina que había comenzado hacía 2500 años -en el 753 antes de Cristo- y comenzó la supremacía de Inglaterra, que es un país germánico (los “anglos” y los “sajones” fueron tribus germanas que conquistaron Inglaterra). En el 1918, al terminar la Primera Guerra Mundial, la supremacía europea pasó a manos de un nuevo país que no está en Europa, pero que es anglosajón: los Estados Unidos de América.

En fin, querida Eudocia, se han invertido los papeles. Las culturas latinas ya no son las dominantes. Desde Waterloo las culturas germánicas han llevado la voz cantante. Es un fenómeno reciente, de sólo dos siglos, que no será permanente.

Quizás los países latinos de Europa ya no piensan en liberarse de la hegemonía germánica, pero es evidente que lo mismo no sucede en América. Aunque los países latinos del sur están pasando por un momento de debilidad, una vez se dejen de estupideces y acaben de unirse, formarán una potentísima nación que empezará en México y terminará en Argentina. Se quitarán de encima a los anglosajones que les hacen la vida imposible. Y así comenzará un nuevo ciclo de 2500 años de supremacía latina. No tengo dudas.

Te besa tu hermano,
                                             Constantino

Cartas Bizantinas-Luis López Nieves


 










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